De "Lo que el viento se llevó" al "Martín Fierro": El lugar del clásico


De "Lo que el viento se llevó" al "Martín Fierro": El lugar del clásico




El retiro de Lo que el viento se llevó de la plataforma de streaming de HBO, que no es definitivo ya que hipotéticamente volverá a estar disponible con una leyenda de advertencia sobre su contenido, ha suscitado un gran revuelo. Evidentemente, el contexto de protestas por el asesinato de George Floyd es un aspecto fundamental para explicar este hecho, en función de los estereotipos racistas y la idealización de la esclavitud que se muestra en la película. Un análisis detallado de dicho film escapa a mis posibilidades, y seguramente ya se ha hecho con mejores resultados de lo que podría señalar, pero es interesante pensar lo que pasó con Lo que el viento se llevó, de la mano de la llamada "cultura de la cancelación", y analizar cómo se dan estos fenómenos en el ámbito literario. 
Pero ¿Qué quiere decir que algo o alguien está "cancelado"? Respecto a una persona determinada, ocurre cuando esta expresa una opinión "polémica" o que ofende a un colectivo determinado. Esto es el pan de cada día en redes sociales como Twitter, donde usualmente se usa el calificativo "polémico", o el malinterpretadísimo "políticamente incorrecto", para excusar expresiones discriminatorias de toda índole. 
Con los productos culturales sin embargo es más complicado, sobre todo con los que pertenecen a un tiempo pasado, como es el caso de Lo que el viento se llevó ,de 1939,  basada en la novela homónima de 1936, escrita por Margaret Mitchell. No es en vano señalar que el libro y la película en cuestión pertenecen a un contexto histórico donde el racismo era moneda corriente, tanto en la época representada en la ficción, la Confederación en el marco de la Guerra de Secesión, como en la propia realidad de los años 30'. Sin embargo, el argumento de "no hay que juzgar el pasado con los ojos del presente" no es del todo válido, en primer lugar porque la objetividad total no existe y siempre que se analiza se hace desde un espacio y un tiempo determinados y, quizás más importante, es que el racismo no es para nada un tema del pasado, tal como las noticias desde Estados Unidos y como la propia realidad argentina no paran de demostrarlo.
Que una película de 1939 sea el objeto de esta polémica responde a que forma parte de la historia del cine y de la idiosincrasia que este forma al fundirse en el imaginario colectivo. Esta caracterización coincide con uno de los aspectos que hace de una obra un clásico. Entonces se puede pensar que las discusiones, aunque de una dimensión bastante menor, sobre "cancelar" a autores como Tolkien o Lovecraft se dan en la misma línea que la polémica sobre Lo que el viento se llevóA partir de esta relación, es interesante tomar el caso "doméstico" del Martín Fierro y el "lenguaje inclusivo".

El lugar del clásico: el ejemplo del Martín Fierro

Si hay un libro clásico en el canon argentino, ese es el Martín Fierro, al menos por banalizaciones como citas descontextualizadas a modo de "sabiduría popular" o por los premios homónimos. Se podría decir que esto no tiene relación con lo dicho anteriormente, ya que no se ha querido "cancelar" el Martín Fierro. Sin embargo, es el mismo lugar el que se quiere asignar a las obras que nos resultan problemáticas, ya sea porque nos muestran las facetas más crueles del ser humano, como porque se han idealizado de tal manera que el mínimo análisis mostraría una construcción ideológica. En el canal Encuentro, en el marco del ciclo Seguimos educando, se analizó una sextina del Martín Fierro, y luego se la escribió en lenguaje inclusivo:



 
Evidentemente esta lectura provocó reacciones, que sería tentador atribuirlas solamente a sectores conservadores, pero la imagen del Martín Fierro como texto nacional arrastra otro tipo de opiniones que a priori no lo verían con tan malos ojos.  Pero lo que sí es posible afirmar es que la excusa contra este tipo de intervenciones es similar al "era otra época" anteriormente mencionado, sobre todo ante el análisis de la docente sobre las implicancias del "hermanos" en el primer verso, y el supuesto anacronismo de hablar de "genero no binario, ni travestis ni trans" en un texto de 1872. Que estas últimas categorías sean propias de los siglos XX y XXI no implica que no hayan existido en el XIX, quizás en algunos casos con denominaciones o concepciones diferentes y hasta peyorativos, y es justamente por ello necesario remarcarlas para señalar que lo que damos por sentado tiene un origen histórico e ideológico.
Qué la sonoridad de la sextina quede "trastocada", de hecho el "elles" me parece disonante, no implica que no se pueda pensar, analizar, releer e intervenir sobre cualquier texto, por más canónico que sea. Es más, es con los textos que están en el centro de la tradición donde más se debe jugar y forzarlos, ya que si están en el centro del canon suelen tener lo que hace que un clásico sea un clásico, poder saltarse la temporalidad y suscitar distintas lecturas con el correr de los años. También el hecho de pensar las operaciones literarias e ideológicas sobre estos textos permiten una amplitud de miras que fomenta lecturas nuevas que, si están justificadas, no solo que no valen menos que las hechas en el pasado, sino que le dan vida a la obra en cuestión. Puntualmente el Martín Fierro en su primera parte, habla de un gaucho perseguido y enrolado en el ejercito forzosamente; un texto de denuncia por parte de José Hernández sobre la condición de los gauchos:

Él andaba siempre juyendo,
siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido
como si juera maldito;
porque el ser gaucho– ¡barajo!,
El ser gaucho es un delito.

No es un hecho menor que el gaucho rebelde y perseguido de la primera parte se haya convertido en el "padre que da consejos" de la segunda, la Vuelta de Martín Fierro. Pero este cambio, y la lectura consagratoria y moralizante que se hace de la Vuelta, no fue impedimento para que se produzcan relecturas en los años posteriores. La primera, y la más consagrada, es la de Jorge Luis Borges (¡Cuándo no!), quien le da un final, en mi opinión mucho más satisfactorio, en el cuento El fin, o le inventa un trasfondo histórico al personaje de Cruz en Biografía de Tadeo Isidoro Cruz. Se puede encontrar un ejemplo más reciente en Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara, donde no solo le da una voz, una historia y un nombre al personaje de la China, sino que también se trabaja con lo que representa Fierro como epíteto de masculinidad, además de explotar la condición de hacendado-letrado del propio José Hernández. 
El texto "congelado" y sacralizado es un texto muerto, así como el borrado total de una película, que si bien no es el caso es lo que mucha gente pensó al leer el título de la noticia sobre Lo que el viento se llevó, intenta esconder los problemas de una sociedad clasista y racista que sigue existiendo. La tradición es, ante todo, una invención, y tenemos la posibilidad de hacer uso de ella, tergiversándola, deconstruyéndola y faltándole el respeto, que, paradójicamente, es la forma más efectiva de respetarla, porque es lo que la hace viva. 

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