La Familia de Pascual Duarte
Autor: Camilo José Cela
La familia de Pascual Duarte
R.B.A editores, S.A, Barcelona, 1993
Año de publicación: 1942
Idioma original: Español
Lo
primero que me llamó la atención de esta novela es todo lo referido al texto
como materialidad. En esta edición (desconozco si aparece en ediciones
anteriores) nos encontramos con una nota del propio Cela, titulada Pascual Duarte, de
limpio, donde se habla de las modificaciones que sufren los textos, ya
sean voluntarias o involuntarias. Más allá de esta idea de reescritura
constante, es interesante destacar que se refiere a Pascual Duarte como
personaje, dando por momentos la sensación de que este texto se encuentra
dentro del marco ficcional de la novela. En el juego de remisiones y
reescrituras, Cela conjuga el aspecto ficcional y la materialidad de las
ediciones de su libro.
El
cuerpo de la novela es el apartado titulado La familia de Pascual
Duarte, escrito por este último y enviado a un tal Joaquín Barrera López.
La última voluntad de Barrera López es que el manuscrito de Pascual Duarte se
queme sin ser leído, salvo que sea encontrado luego de 18 meses de su muerte
por otra persona, quien podrá disponer de él con total libertad. Este será el
transcriptor, un personaje sin nombre que conocemos por las notas que acompañan
al manuscrito de Pascual Duarte. Antes de entrar en el relato propiamente
dicho, es interesante plantear ciertos interrogantes: ¿Por qué el relato se
titula de esa manera si lo que se destaca en él es el propio Pascual Duarte?
¿Quién eligió ese título? ¿Pascual Duarte? ¿Barrera López? ¿El transcriptor?
¿Quién es, a fin de cuentas, el autor de este texto?
En
su nota inicial, el transcriptor va progresivamente revelando sus
intervenciones en el supuesto texto original: primero la ortografía, luego el
hecho de que ha ordenado (o reordenado) las cuartillas sin numerar, y,
finalmente, que ha censurado las descripciones de hechos violentos
"demasiado crudos", aún así abundantes en la novela. Para el
transcriptor, Pascual Duarte es un modelo que se tiene que evitar y,
efectivamente, se trata de una persona extremadamente violenta, pero muchas
veces el texto funciona como la exposición de un entorno intrínsecamente
violento, donde la muerte y la desgracia son cosas de todos los días. No me
parece que Cela haya escrito una novela de denuncia ni mucho menos, pero sí
construye un personaje plagado de contradicciones e inseguridades que, a su
vez, se construye a si mismo en su propia escritura y refleja la crudeza del
mundo en el que vive.
La
familia de Pascual Duarte consiste en el
testimonio de las desgracias que se sucedieron en la vida de este campesino de
la Extremadura entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, y que culminaron
con la encarcelación y ejecución de Duarte por asesinato, algo que sabemos
desde el principio del libro. Dicho asesinato no está incluido en el relato, ya
sea porque Duarte no llegó a incluirlo en el manuscrito antes de su ejecución o
porque evito incluirlo a propósito. Eso nos lleva nuevamente a pensar en la
forma en la que Cela ficcionaliza la escena de escritura, que por momentos
parece borrarse ante las desgracias de Duarte, un asesino confeso, pero que
encuentra en su testimonio una suerte de expiación que le sirve de consuelo. El
interés por el detalle y el trabajo con la memoria se plasman en un párrafo muy
significativo, donde Duarte reflexiona sobre la relación entre esta última y su
propia vida:
"...Estas
cosas en las que tanta parte tiene la memoria hay que cuidarlas con el mayor
cariño porque de trastocar los acontecimientos no otro arreglo tendría el
asunto sino romper los papeles para reanudar la escritura, solución de la que
escapo como del peligro por eso de que nunca segundas partes fueran buenas.
Quizás encuentre usted presumido este afán mío de que las cosas secundarias me
salgan bien cuando las principales tan mal andan, y quizás piense usted con la
sonrisa en la boca que es mucha pretensión por parte mía tratar de no apurarme,
porque salga mejor, en esto que cualquier persona instruida haría con tanta
naturalidad y como a la pata la llana, pero si tiene en cuenta que el esfuerzo
que para mí supone llevar escribiendo casi sin parar desde hace cuatro meses, a
nada que haya hecho en mi vida es comparable, es posible que encuentre una
disculpa para mi razonar..."
Es
interesante destacar el aspecto de redención, aunque sea mínima, que puede
brindar la escritura, un ejercicio que exige atención y cuidado. Se destaca
también la "humildad", referida tanto a la actitud ante el lector,
pero también en cuanto a procedencia social. Esto puede relacionarse con la
picaresca del Siglo de Oro español, donde aparece por primera vez en la ficción
un "yo" de baja condición que escribe los sucesos de su vida, y donde
se critica las características negativas de la sociedad del momento. El relato
de Pascual Duarte, que puede enmarcarse en esa tradición tan fuerte en España,
da cuenta de lo artificioso del relato, tanto en términos materiales con el
juego entre el original, las notas del transcriptor y las cartas añadidas, como
en la propia escritura de Duarte, que se corrige constantemente, omite
información y se maneja por momentos con un lirismo e imágenes poéticas
difícilmente atribuibles a un pobre campesino preso. Nunca podremos saber a
ciencia cierta dónde termina la escritura de Duarte y comienza la del
transcriptor o viceversa.
La familia de Pascual
Duarte, con su concatenación de miserias y desgracias puede no ser la
novela óptima para los 60 días de cuarentena que llevamos, pero es
efectivamente una buena novela. Dejando a un lado las antipatías que me genera
una figura como la de Cela, este efectivamente es un buen escritor, y este
texto es una muestra de su capacidad, quizás no por la historia en sí, sino por
lo que esta puede llegar a evocar.
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