Diario de Golondrina - Amélie Nothomb

 

Diario de Golondrina


Autor: Amélie Nothomb

Editorial Anagrama S.A., 2008

Título original: Journal d'Hirondelle

Año de publicación: 2006

Idioma original: Francés

Traductor: Sergi Pámies

Bueno, llegó el momento de escribir sobre Diario de Golondrina, una nouvelle de Amélie Nothomb que, entre la intensidad de estos meses por la facultad y la poca paciencia, vengo evitando desde hace un par de semanas. Como pequeño anticipo de mi opinión, puedo decir que mi lectura de Diario de Golondrina osciló entre el rechazo explícito y la indiferencia. Para explicar el porqué de este rechazo voy a tener que hacer spoilers que, por la brevedad y las características de la nouvelle, pueden afectar su lectura.

Diario de Golondrina consiste en un testimonio escrito (cosa que sabemos al final) en el que el protagonista nos cuenta su vida y sus impresiones, el cómo decidió "matar sus sensaciones" debido a una decepción amorosa, y su desempeño como asesino a sueldo al servicio de la mafia rusa, para el que adopta el nombre de Urbano. Este personaje encuentra en el crimen la satisfacción de la novedad y, sobre todo, una forma de placer sexual. Ávido de estas experiencias, las únicas capaces de sacarlo de la apatía en la que se encontraba, Urbano se cruza en una misión con una adolescente a la que, por cierto, debía asesinar junto con toda su familia. La joven mata a su propio padre a sangre fría por haberle robado y leído su diario íntimo, para luego ser asesinada por el despiadado asesino que observaba oculto la escena. El contacto con esta joven y con su diario, que Urbano guardó sin que su jefe se entere tras acabar su misión, lo llevará a tomar la decisión de cambiar su nombre por el de Inocencio e intentar cambiar de vida. 

Amélie Nothomb

Bueno, empecemos con los problemas. En primer lugar, aunque puede ser un efecto de la traducción, el tono que elige Nothomb para su protagonista no terminó de convencerme del todo. El estilo de escritura intenta transmitir la indiferencia y banalidad del protagonista, pero con un lenguaje plano; intenta ser cínico e irónico pero termina por asemejarse a una caricatura que nunca pude tomarme en serio. Puede interpretarse que este lenguaje despreocupado quiere reflejar el absurdo o la indiferencia, ya que para Urbano incluso el crimen se vuelve cotidiano, en pos de reforzar el desarrollo del personaje hacia la redención que supone el encuentro con "Golondrina" y con su diario. El problema está en que de un cliché, el del "personaje inescrupuloso e indiferente", va hacia otro, el de la redención del protagonista a través de una figura femenina. Si bien puede afirmarse que el vínculo de Urbano no es con la joven dueña del diario sino con la proyección que él hace de ella, en última instancia sigue tratándose de un intento de redención bastante prototípico, insustancial y algo cursi.

Con esto no quiero decir que utilizar este tipo de esquemas narrativos esté necesariamente mal, de hecho se podría afirmar que la humanidad lleva contando las mismas tramas desde la antigüedad, pero el problema claramente está en el cómo; y si en algo Diario de Golondrina no termina de funcionar es en la forma de contar esta historia. Puede ser que esto sea una lectura personal, pero lo que realmente hace que esta novela no me guste es su insistencia en explicar absolutamente todo en cuanto al narrador y sus emociones. La escena del parricidio a causa del diario (al menos como idea, la escritura es otra historia) es lo suficientemente potente como para que el narrador se detenga a explicarla. Lo mismo ocurre con la identificación de la joven con la golondrina,  las connotaciones del cambio de nombre de Urbano a Inocencio y, sobre todo, el acto final de comerse el diario y morir por ello como gesto simbólico. 

Si bien las "explicaciones" o comentarios a los que me refiero no ocupan tanto espacio, aunque hay que tener en cuenta que esta edición tiene apenas 103 páginas, su mayor inconveniente es que se sienten redundantes, y terminan siendo un intento de profundidad impostada que no se condice con el inescrupuloso protagonista, lo que vuelve aún más inverosímil su transformación.

Para terminar, me gustaría señalar que mi problema con Diario de Golondrina no es ni la moralidad cuestionable de su protagonista ni su falta de verosimilitud, sino que me pareció desabrida y de poco vuelo, con algún que otro fragmento interesante pero que cae una y otra vez en lo superficial y en intentar explicarle al lector cómo tiene que leer. En fin, lamentable. 

Comentarios