Rojo y Negro - Stendhal

Rojo y Negro 


Autor: Stendhal

Hyspamerica ediciones Argentina S.A
Año de publicación: 1830

Título original:  Le Rouge et le Noir: chronique de 1830

Idioma original: Francés

Traducción: Emma Calatayud



Rojo y Negro es una novela inmensa en más de un sentido, por su gran cantidad de páginas pero también por la forma en la que Stendhal construye a sus personajes a través de detalles que pueden parecer intrascendentes, pero que desencadenan largas reflexiones, mostrándonos la interioridad de los personajes principales. Este hecho puede hacer que el lector moderno se pregunte, casi en términos cómicos ¿Será posible que la narración se detenga por algo tan insignificante como un apretón de manos o un cruce de miradas en una cena? Efectivamente, y Stendhal utiliza estos momentos como cimiento de la conciencia de sus personajes, sobre todo del protagonista.
La novela narra las venturas y desventuras de Julián Sorel, un joven de Verrières, un pequeño pueblo en el Franco-Condado, Francia. Julián es contratado por el señor de Renal, un noble de provincia y el alcalde del pueblo, para servir de preceptor de sus hijos, ya que Sorel domina a la perfección el latín y memorizó en esta lengua el Nuevo Testamento. Un aspecto interesante, que se repite en otras novelas de la época como Madame Bovary, es que gran parte de la concepción del mundo de Julián está marcada por los libros; las memorias de Napoleón en Santa Elena o las Confesiones de Rousseau darán forma a la experiencias del personaje. En la casa de Renal, Julián se halla en un territorio extraño, dónde ser habla mal de su adorado Napoleón y prima la diferencia de clase, y todo esto lo sabemos porque tenemos acceso a los pensamientos del joven sacerdote, procedimiento que encuentra en Stendhal uno de sus primeros exponentes. La ambición de Julián lo llevará a entablar un romance con la señora de Renal, que oscila entre una conquista simbólica en términos de clase y un pasión amorosa genuina, pero que se verá interrumpido por envidias y sospechas.
Luego de su estadía en el seminario, en el que se gana la protección del padre Pirard, las circunstancias llevarán a Julián a París, donde encontrará un mundo completamente distinto al ámbito provinciano de Verrieres. Es asignado como secretario del marqués de La Mole, un noble de los más importantes en la Francia de la Restauración, que representa un entorno donde la etiqueta y las relaciones personales lo son todo. El mundo parisino es en muchos aspectos pura apariencia, algo que pone en relieve la personalidad bien construida del personaje de Julián, tanto para los personajes de París como el propio Marqués o su hija Matilde, como para el lector, que tiene acceso a sus pensamientos y conoce sus vivencias. Esto permite conjugar la imagen que tiene Julián de sí mismo con lo que otros personajes piensan de él, algo que le da una gran profundidad y explora la relación entre el fuero intimo de cada uno y la percepción de los demás. 
Si la primera parte del libro trata sobre la relación con la señora de Renal, la segunda tratará sobre el amorío con Matilde, más joven y de posición más elevada que la primera, a tono con el juego de apariencias parisino en el que Julián buscará desarrollarse.



La trama de Rojo y Negro puede parecer distante del idealizado pasado francés previo a 1789, con nobles valientes y romances fatales con el que fantasea Matilde, diferente sin dudas a su historia con Julián. El final que, aunque anunciado, es una parte fundamental de la novela y por eso trato de evitar el spoiler, sería un argumento para sostener que no existe esa diferencia entre tiempos, pero lo que hace distinta a la trama construida por Stendhal es justamente la profundidad que da a sus personajes. Si bien hay discrepancias sobre el hecho puntual, se cree que Stendhal tomó un acontecimiento real como disparador de su novela, pero lo que hace que esta funcione no es la historia en sí, sino la forma de reflejar la conciencia de los personajes. Curiosamente Flaubert, otro de los pilares de la literatura francesa y contemporáneo de Stendhal, también uso una noticia para escribir Madame Bovary.
Es curioso como hay historias que parecen imposibles de ser escritas hoy en día, no sólo por el tiempo transcurrido o por el lenguaje anacrónico, sino por una especie de megalomanía de escritores como Stendhal, Balzac o Tolstoi de edificar esas obras enormes donde lo importante no necesariamente es la historia, sino la forma, los recursos y la profundidad de los personajes. Pese a que spoilear el final de Rojo y Negro (¡si es que hay spoilers de una novela de 1830!) modificaría la experiencia lectora, de alguna u otra manera el final ya está presente en cómo vamos conociendo al personaje de Julián, sus ambiciones, sus miedos e inclusive la forma en la que es visto por otros  personajes como la señora de Renal, el padre Pirard, el marqués de La Mole o la misma Matilde.
El tiempo de lectura de la novela, que puede ir desde una velocidad impaciente hasta episodios densos y cuesta arriba, exige de cierta manera "irse a vivir al libro", como si el afuera se detuviera y uno entrara en una temporalidad distinta. Quizás en estos tiempos de pandemia y cuarentena, con su hastío, obligaciones postergadas y su incertidumbre modifique o resignifique la lectura de una novela efectivamente muy buena, pero con una resonancia distinta que la vuelve trascendente. Indudablemente esta es una de las grandes novelas consagradas en el canon occidental, pero como todo clásico, constantemente las lecturas se renuevan en función de las huellas del presente de cada lector. ¿Es descubrir la pólvora decir que Rojo y Negro es una gran novela? Probablemente, pero no hay dos experiencias lectoras iguales, así que, para retomar el principio, es inmensa, genial e imprescindible.

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